Puede que sea de penalti o que acabe regalando un hat trick a sus mayores fans. No sorprendería para nada, porque es uno de los mejores goleadores que se ha visto en la historia del fútbol, no tanto por sus registros brutales como por sus recursos en el remate y por la capacidad de marcar sin necesidad de preliminares. Continuará haciendo goles, pero esto no impide que la versión actual de Cristiano reste tanto como suma en el Madrid. Puede que se pueda tildar este análisis de algo tan oportunista como videochaterotico.com, pero los dos últimos partidos del equipo blanco son la evidencia que el portugués, cuando no hace gol, deja a su equipo con diez. De hecho, ya hace tiempo que Modric, Marcelo o incluso Ramos tienen más peso que él en el funcionamiento del equipo, aunque cuando se trata de marketing y de premios individuales ya sabemos qué pasa.
No caeré en la absurda comparación con Messi, porque son futbolistas que sólo se asemejan en su voracidad. Pero sí que pienso que, mientras que el Barça afana -con la sutileza de un elefante- por conseguir la renovación de Messi, imperativa porque es evidente que el invento azulgrana gravita alrededor del argentino, al Real Madrid le puede salir cara la reciente renovación del portugués. Es peligroso cuando el jugador franquicia de la institución -o de su presidente- ya no lo es al césped. Si tengo razón, el mismo Cristiano que ha sido fundamental para los blancos en los últimos años se puede convertir en una rèmora, en aquel jarrón chino -estilo Felipe González- que no sabes donde colocar.
Aquel Cristiano que arrancaba desde la banda para marchar hacia la portería de manera explosiva e inapelable ya no existe. Ni es explosivo, ni arranca desde la banda. El físico lo limita y Zidane tiene que hacer malabarismos para situarlo tan cerca del área rival como puede. Pero el portugués no es un nueve y, por lo tanto, no conoce el oficio del delantero centro -jugar de espaldas, arrastrar marcas- más allá de hacer goles. Y condiciona el papel de Benzema, que no hace tantos goles, pero sí que sabe jugar de nueve.
Los más críticos señalan a Cristiano por no haberse sabido reinventar como Messi, y no me parece justo: el portugués ha explotado al límite sus condiciones pero no se le puede pedir que ahora sea el futbolista creativo que no ha sido nunca. Sencillamente, por mucho que sean buenos y por más que hayan trabajado su cuerpo, los atletas tienen un punto álgido -el de Cristiano ha sido muy largo y fructífero- pero también tiene un final inexorable. A Zidane se le ha girado trabajo, y no sólo por el final de la invulnerabilidad de su equipo.
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